Borrachera de culo
Autor: | Paz Irusta, Víctor |
Su engranaje poético pasa necesariamente por el frágil tejido social y la dura condición humana que se complementa con su otra faceta, plástica y díscola, amatoria y sensual.
La denuncia como acusación o delación nunca fue una golondrina que cause estragos, pero a veces los poetas intentan, mediante el verso, elevar la tragedia humana a una cima inevitable tal como se observa en el siguiente párrafo de Víctor Paz.
Como tartanas de amores están los escurridizos besos de féminas poetas, muy distantes de los prontuariados besos de las cárceles de Alto Hospicio, muy al Norte de Chile, donde a 270 mujeres bolivianas reclusas por narcotráfico, les gustaría amar y besar, si es posible amar a la muerte y hacer el sexo con el diablo. En aquellos reclusorios hay altares para los grandes amores entre hembras, muy distantes a los besos de sus amores lejanos.
El amor como la sensualidad viajan constantemente con el poeta: forman carne y uña de su estro poético. Geografía, océanos, ciudades y calles: olores, sensaciones, ritmos y palpitaciones golpetean su corazón indómito y ambulante. Nada descansa en Víctor: todo es motivo de inspiración, de descripción y de pisar por nuevos paisajes con el amor a flor de piel por todo lo que vive y siente.
Me voy donde el silencio no me quite la sombra de tu cuerpo. Habrá cortinas para deslizar toda la noche y atisbar (descubrir) ventanales que traspasen tus piernas.
(Duermes con los cuatro anillos sobre un pedestal de cicatrices, muy cercano al clítoris. Es hora de encender la pipa mientras amas este destino y lo amainas con la pureza de este sol. La noche nos marca con luciérnagas)
Como la copa que se diluye, nos vamos en los acertijos de la perplejidad de nuestras miradas de niños arrinconados, escondiendo la suerte de nuestros juguetes. Así beso estos labios y desgrano su color, avispado de sangre. No volveré sobre tus pasos a esconder la mirada culpable de tus días de silencio, mientras llagas el sol con tu piel mostaza, hay gritos bajo la sombra, como escapularios de un amor que besa y goza sobre lienzo de nuestras moradas.