Reseña

Jesús Urzagasti, poeta y narrador, hace parte de lo más alto de la literatura boliviana. Y en este sentido, Un verano con Marina San Gabriel se instala en la ya profunda tradición latinoamericana, acaso en la amplia línea de Juan Rulfo, pero donde el mundo de los sueños invade la realidad permitiendo reunir vivos y muertos; regresando constantemente a la infancia y sus mitos rurales, que para el autor representan el verano, mostrando un universo donde lo trascendente es la puntada que da hilo a las historias. La novela, en el sentido lato de la palabra, que aquí puede disfrutar el lector, más que llevarlo lo anclará en un espacio-tiempo inasible, donde es el ser humano el protagonista de las reflexiones a través de diálogos intensos por las provocadoras frases y definiciones inusitadas, propias de un espíritu, que podemos bautizar de urzagastiano.
Si bien cada capítulo hace una unidad sin ilación con la que sigue, tampoco son memorias en el sentido estricto de esa palabra; sino que como nos dice uno de sus personajes: “Yo intercalo las rememoraciones, las repito sin caer en la confusión y obtengo versiones curiosas de lo que sucedió y de lo que no sucedió, apelo a pasarelas para invadir la irrealidad y tornarla útil, intensa y notoria”.
Mientras que Marina San Gabriel es el personaje casi onírico que transcurre las páginas, y todos los tiempos, inclusive desde la infancia, para iluminar todos los momentos como un homenaje a todas las mujeres, a través de una, una única, dueña permanente de su corazón.