Reseña

1. En la narrativa de Jesús Urzagasti (1941-2013) siempre hay una frontera abierta hacia intimidades grandiosas de tal o cual persona que se define no por sus nombres ni por sus atributos, sino por sus travesías y hasta aparentes extravíos en la intemperie.
2. Y siempre hay de por medio una memoria generosa con los más desprotegidos sobre la faz de la tierra, “mejor que los seres de carne y hueso”, a quienes se los describe tal como andan en el mundo, sin más responsabilidad que el vivir como los otros, atentamente, unidos a sus corazonadas, supersticiones y alucinaciones terrenales.
3. “El último domingo de un caminante” (2003) de Jesús Urzagasti, parece ser uno de esos libros que fueron pensados más como un conglomerado riquísimo de relatos familiares y tan familiares que es imposible hallar en ellos sólo la permanencia, la finitud, el tránsito y las analogías.
4.Aventuro aquí, la metáfora recurrente por la que el autor chaqueño ha demarcado su universo y casi el primordial tótem por donde atraviesan o surcan esas vidas familiares tan rudimentarias y tan fronterizas de las tragedias urbanas: el árbol, cuya imagen ya es de por sí la totalidad de su pulso narrativo.