Reseña

este documento va a tener otras características, diferentes a los anteriores. Si bien lo llamo “diario”, podría decir, como Magritte: “esto no es un diario”. La idea de diario devino tenebrosa con la pandemia. Me explico. Cuando escribía en París, no sabía como concluir mi texto, pues los diarios tradicionales terminan o con la muerte del escritor, o con el fin de un ciclo, y el avenir de la estancia francesa estaba confuso. La aparición repentina y amenazante del Covid nos introdujo la presencia de la muerte de manera asfixiante -en todos los sentidos de la palabra-. Dedicarse a redactar un diario parecía una práctica perversa. Estuve a punto de dejar el impulso, no lo hice, solo me prometí que no volvería a pensar en ese formato narrativo. Por eso prefiero concebir esta obra como un “Cuaderno de notas” -así se llama mi columna en el periódico-. No importa la evolución, la fecha, el cronograma de los hechos, sino las experiencias relatadas más allá de su orden de aparición. Ahora pondré el día y mes entre paréntesis, después del “título” de lo que viene. Poco interesa cuándo se sucedió. Aquí me libero del tiempo, del inicio y del fin que es el sello de un “diario”, y me concentro en la naturaleza de las reflexiones que quisieron entrar en estas páginas. Dejo el “cuando”, me quedo con el “qué”.