Los tres rostros del Señor Jesús del Gran Poder
ESPACIOS SAGRADOS Y TIEMPOS MÍTICOS
Autor: | Arandia Quiroga, Edgar |
La festividad del Señor del Gran Poder genera un caos simbólico que la cultura oficial no logra descifrar, pero que las clases populares la hacen perfectamente.
Es una forma de resistencia cultural: oponer al logocentrismo occidental las formas subsumidas de religiosidad popular que expresan que no hay un pensamiento único, sino divergente y contrapuesto que se manifiesta colectivamente.
La advocación del Señor Jesús del Gran Poder es una expresión que combina las relaciones espirituales entre los tres mundos indígenas (Alax Pacha, Aka Pacha, Manqa Pacha), a través de una imagen trina que fundió -a través del tiempo- con las ritualidades católicas.
La Trinidad fue la gran puerta que permitió infiltrar la resistencia cultural con la trilogía de la cosmovisión de las naciones aymara y quechua. Los reflejos y aureolas ejecutados con pan de oro que representan en las pinturas, detrás de los rostros de la Virgen y de Jesús, considerado sol de justicia, como simbología dogmática católica, no expresaban exactamente la vinculación con el dios occidental, sino que representaba al Padre Sol, Tata Inti o Lupi, dador de vida y fecundador de las semillas. Así, como símbolo cósmico, el sol preside las religiones astrales, su culto domina las antiguas civilizaciones con las figuras de sus dioses, héroes gigantes, encarnaciones de las fuerzas creadoras y de la fuente vital de luz. En cada solsticio de verano e invierno se manifiesta la luz y la sombra, la muerte y la resurrección.