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ISBN 978-9917-0-2635-8

MEMORIA CREACIÓN DE LA CARRERA DE SOCIOLOGÍA - UPEA
ABRIL de 2000 A SEPTIEMBRE DE 2000

Autor:Castañeta Quispe, Sergio Ramiro
Editorial:CASTAÑETA QUISPE, SERGIO RAMIRO
Materia:Educación
Público objetivo:Jóvenes adultos
Publicado:2023-05-03
Número de edición:1
Número de páginas:105
Tamaño:16x21cm.
Precio:Bs 80
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español
Disponibilidad:Disponible
Estatus en el Catálogo:Próxima aparición

Reseña

Quien escribe, Sergio Ramiro Castañeta Quispe, es docente fundador de la Universidad Pública de El Alto y de la Carrera de Sociología de la mencionada institución. Es el Gino Germani Alteño (haciendo un parangón con el sociólogo argentino que fundó la Carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires UBA de Argentina y, al igual que él, pese a ser fundador, nunca le dejaron ser Director Titular de la misma, y, a lo máximo, le permitieron un sumario y breve cargo de Director Interino) y, al igual que él, fue echado de las aulas en varias oportunidades por los mismos docentes y estudiantes a quienes un día recibieron su apoyo.
La presente es una obra necesaria, busca hacer un homenaje a los estudiantes y a los docentes ad honorem que crearon la Carrera de Sociología un primero de mayo del año 2000 . En un mundo marcado por el ethos individualista, centrado en sí mismo, la lógica de venir a dar clases ad honorem no ingresa dentro de la lógica ni del proceder de muchas autoridades y ciudadanos en general (en una reunión con el entonces Ministro del Interior Walter Guiteras, en el mes de mayo de 2000, se le dijo que la Universidad de El Alto existe y que sus docentes regentan clases ad honorem, ante lo cual, él de manera displicente espetó “no hay nada ad honorem es este mundo, y si quieren dar clases gratis, que sigan viniendo a dar clases gratis”). La lógica de la acción social catética, dirigida a la lógica costo/beneficio, donde no podría darse el escenario de una movilización social de varios años de duración y apoyado en casi inexistentes recursos económicos, que pone de relieve el sociólogo Robert Merton no tuvo escenario en las movilizaciones que desembocaron en la Ley de Creación 2115 de septiembre de 2000.
Es también una obra apremiante para poner de relieve a los verdaderos actores de un hecho que en mucho tiempo a futuro volverá a repetirse: la creación “de la nada” de una Universidad, fruto del empuje y convicción de las fuerzas vivas de la ciudad de El Alto, de docentes sirviendo ad honorem a la causa mencionada y de estudiantes (que en ese momento eran preuniversitarios), quienes cerraron filas en torno al ideal de que la ciudad de El Alto y su área de influencia para que cuenten con una Universidad, proeza efectuada en tiempos en los cuales al joven alteño desde el Estado, y con un marcado racismo institucional, sólo se lo veía como un potencial técnico en máquinas y herramientas .
En líneas generales, muchas veces, otros son los aplaudidos, otros son los homenajeados, y los verdaderos docentes fundadores han tenido que sufrir una suerte de destierro político, el ostracismo, la insidia y el olvido. Por lo expuesto, esta memoria es necesaria, puesto que, de no plasmarla en publicación, con documentación respaldatoria, se terminará afirmando una falacia histórica. Por ello, parafraseando al paraguayo Francisco Solano López ante sus últimas huestes, antes de la Batalla de Cerro Corá, en los últimos estertores de la genocida Guerra de la Triple Alianza, ésta Memoria es necesaria en honor a la verdad de los hechos y sus actores, o “Dirán que nunca existimos”. Además, aún no estamos muertos, estamos muy vivos, para refrendar de manera documentada nuestra presencia en lo que esta Memoria histórica quiere remarcar hacia el eterno devenir.
Los grupos de poder, las agrupaciones de docentes, estudiantes y administrativos que están unidos por motivos meramente personales de perpetuarse dentro de la Universidad Pública, para resguardar sus privilegios, forman camarillas de docentes y estudiantes coludidos, que tratan de eternizarse en las cátedras e imponen el círculo vicioso de “la ley del mínimo esfuerzo” para sus allegados (como en su momento el mexicano Benito Juárez lo establecía de manera muy descriptiva en el uso pragmático de las reglas, normas y la supuesta “meritocracia” que debería imperar en los claustros universitarios: “la ley es para mis enemigos, para mis amigos todo”). Se da la lógica perniciosa de la degradación y de la mediocridad de la educación universitaria, donde sólo “el levantamiento de las bases docentes y estudiantiles, a través de grandes movilizaciones (frustrarán) la imposición de camarillas corruptas acostumbradas a atribuirse la representación de la Universidad, imposición que ejercieron a través de violencia con matones a sueldo, del amedrentamiento con grupos de choque, del prebendalismo y del soborno” (Alarcón, 2013, pág. 3).
El ejercicio del poder de las camarillas corruptas trae aparejado, como parte de su estrategia de pervivencia, el cambiar la historia a su entera conveniencia, el encumbrar en el imaginario colectivo de las Carreras y de la Universidad a otros personajes, hábilmente promocionados, a los cuales se les arroga de forma descarada, la etiqueta de que fueron los “únicos artífices”, “los auténticos visionarios”, “los valientes fundadores” de la institucionalidad de la UPEA y de sus Carreras, luego en darles el aura sacrosanta de ser los “luchadores por la UPEA”, y “hacer aplaudir” y “hacer reconocimiento” por conveniencia y cálculo político y no por honrar la memoria histórica. Cuando otros se arrogan el haber formado parte de la historia de la UPEA y de sus Carreras, desde el germen, luego de haber proscrito a su “oposición”, luego de echar a la calle a los “librepensantes” , es un deber ineludible para el bando que figuró en “las listas negras”, que estuvo catalogado como “librepensadores”, “opositores” y otros motes similares el escribir la Memoria de los años que corresponden a la Creación de la Universidad Pública de El Alto y de la Carrera de Sociología.
El presente trabajo, parte de la intención de mostrar “el árbol”, la Creación de la Carrera de Sociología de la UPEA, para en otra ocasión, en otra obra, se exponga “el bosque”, la Creación de la UPEA, lo cual implica un mayor trabajo recopilatorio e investigativo. Debo sin embargo, aclarar que no es posible hablar exclusivamente de la emergencia y fundación de la Carrera de Sociología, sin referirnos en gran medida a los factores coyunturales en los ámbitos político, social, económico, histórico, cultural, de emergencia de movimientos sociales y de modelos de visión de país aparejados a la crisis de otros modelos de conducir la cosa pública y las prácticas políticas ligadas a lo que se halla emergente, como también a lo que está en franca caída libre. Además, de la creación de la carrera de Sociología, solamente nos remitiremos al corto periodo que va del mes de abril a septiembre de 2000, es decir hasta donde se da el escenario de la Ley de Creación de la UPEA, porque posteriormente a esta fecha se inicia la lucha por la autonomía plena, que se prolongará hasta noviembre de 2003, que será tema de otro trabajo académico.
Con relación a la camarilla predominante en la Carrera de Sociología UPEA, que ha modificado incluso “a su imagen y semejanza” hasta la malla curricular –el plan de estudios- para darle una visión logocéntrica, etnocéntrica y etnológica aymara, donde la intención inicial era el estudio, rescate y revalorización de los modelos de desarrollo, de interpretación desde andes centrales y tierras bajas, que tradicionalmente han sido relegadas, combatidas, neutralizadas, “O sea, todas las filosofías y cosmovisiones indígenas y originarias no solamente son bienvenidas sino que también altamente apreciadas para desencubrir lo que occidente a encubierto: la existencia de otros modos de “desarrollo” y otras formas de relacionar el ser humano con la naturaleza circundante” (Castañeta, 2011, pág. 92) , ha degenerado solamente en estudios etnológicos y costumbristas de los pueblos que circundan el Lago Titicaca, un aymaracentrismo secante (lo aymara visto como único pueblo originario, sin considerar a otros pueblos indígenas, arrogando a “lo aymara” características revolucionarias per se), “al poncho y a la abarca”, cercanos a los intereses de un partido de gobierno cuyo manejo de lo indígena le es útil como parte de su “voto duro”. La “Pachamamización” de la Carrera de Sociología no llega más allá del enaltecimiento de la cultura aymara (logocentrismo aymara), desde lo meramente folklórico y lingúistico, sin proponerse cuestionar de ninguna manera la situación de Bolivia como país capitalista atrasado dependiente, con una economía extractiva, con un injusto intercambio desigual a favor de los países centrales, de la constitución de nuevas economías de enclave expoliadoras y saqueadoras en territorio boliviano y que refuerzan nuestro triste papel mundial e histórico en el desarrollo desigual y combinado. Generaciones de jóvenes estudiantes que salen de las aulas creyendo que solamente con el fomento a la cultura e idioma aymara nos conducirán a ser un país social y económicamente prodigioso.
A nivel de la historia de la Universidad Pública de El Alto, es notorio el gran aporte de muchos docentes y estudiantes fundadores, muchos de los cuales murieron sin haber tenido un reconocimiento en vida y, algunos, ya fallecidos, son enviados por los grupos de poder que detentan el manejo de la UPEA, de forma consciente e intencionada al rincón del olvido y del ostracismo: el caso del Ing. Edwin Jesús Callejas Pinto, docente fundador de la UPEA, que es un caso que sacude la azarosa historia misma de la UPEA, a la que éste profesional contribuyó a su fundación, consolidación y lucha contra sectores que querían tornarlo como mera correa de transmisión de un partido de gobierno (defendiendo la independencia sindical, ideológica y política de la UPEA, ante los embates de grupos que querían hacerse del poder para rifarlo a intereses del partido de gobierno) y, posteriormente, fue echado y condenado a morir en total indefensión a inicios del año 2022, siendo que la Institución le ha negado a su familia hasta el momento un reconocimiento o el nombramiento póstumo como Doctor Honoris Causa . Los confeccionadores de la “lista negra” de los docentes que debían ser echados de la UPEA, se ensañaron con éste y otros docentes y estudiantes fundadores.

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