Diario del divorcio
Cuaderno de viaje
Autor: | Ferrufino Coqueugniot, Claudio |
Claudico, Claudio, ante tu verbo, que es garra y desgarro. Goytisolo dijo que el hombre, a diferencia del
árbol, tiene piernas, no raíces. No dejes de moverte, no dejes de animalizarnos. ¿Cuántas vidas llevas, mi
felino Claudio? ¿Cuántas ventanas piensas abrir con tus manos en nuestra noche?
Desamor en tiempos de rabia. Tu literatura es una Taipán, un veneno que anuncia que siempre hay más
misterio. Un paisaje devorador. Un cerebro agitado, a lo Caravaggio. Yo quiero que tú me hables del
mundo. Yo quiero de tu pulso las Escrituras. Un esplendor sucio y necesario. Sagrado y sangrante. Que
hagas tú el alzado de la arquitectura cataclismática de la vida. Tú, pájaro del más alto nido. Cóndor ebrio
de barro.
Claudio, lo ha vivido todo. Llega reventado de vida. Es inacabable. Inabarcable. Desmesurado. Tomando
chicha en Tarata, pisando pura nieve en Denver, mojando su barba con cerveza negra en Odesa. Una
suerte de Zelig que nos brinda el Universo. El escorzo tenebrista al que nos aboca su palabra. Da igual
dónde vayamos, da igual lo que sintamos, Claudio ya estuvo y lo hizo suyo.
Yo a Claudio, voy a deslumbrarme. Es por aquí, no se demoren.
JULIA ROIG