Reseña

En el maravilloso paisaje nocturno que ofrece la
ciudad de La Paz a sus estante y visitantes, con
su galaxia de luces laterales, se esconden ciertos agujeros
negros donde suceden cosas terribles, tal como ocurre
en aquellos otros que se encuentran en la vastedad del
universo, donde la materia es absorbida de tal violenta
manera que ni siquiera la luz puede escapar debido a sus
poderosísimos campos gravitarios y magnéticos.
Al amparo de las sombras y del miedo, en algunas
avenidas, calles, plazas y tugurios de la Sede de Gobierno,
también hay una fuerza descomunal que, de tanto en tanto,
atrapa a chicas indefensas y destruye sus proyectos de
vida porque ahí dentro son vejadas, abusadas, violadas
y, muchas veces, hasta asesinadas.

En frasco chico, la escritora María Luisa Nogales ha
instalado una suerte de observatorio para que la sociedad
pueda ver y tomar conciencia de este fenómeno al relatar
las vivencias y experiencias de un grupo de mujeres
cuyas vidas están signadas por la tragedia del maltrato
cuando recién comienzan a asomar a la vida y, de pronto,
lo pierden todo, todo.
Se trata de una denuncia, un testimonio del dolor de
las víctimas, pero también es un tratado sobre la resiliencia.
Nogales no se queda en el lamento; en el desafiante
entramado en el que acomoda la estructura de esta novela
hay pequeñas filtraciones de luz y de justicia, no de la
divina ni de la ordinaria, sino de la más tangible que
esas muchachas puedan gestionar por su propia cuenta.
Entonces el argumento se transforma también en una
advertencia para todos aquellos que intenten el próximo
abuso o la próxima muerte de una muchacha inocente.

El submundo de las pandillas, de las drogas y la
red de las mafias con su alcance transnacional también
son algunos de los ejes temáticos en los que la autora ha
instalado magistralmente diversas historias de amor y
desamor de manera transversal. Es una obra de arquitectura
osada y desafiante, en cuya complejidad el lector puede
dimensionar verdaderamente una lacerante realidad que
ni los medios de comunicación se atreven a registrar y
visualizar.
Retratar la cultura de la violencia sin caer en la apología
es otra de las virtudes de este trabajo de dimensión
atemporal. Nogales no pretende dar catedra de venganza
o algo parecido. El servicio que ofrece es un llamado a no
bajar la guardia, es un clamoroso pedido de defensa de la familia como sea que esa esté conformada, es un trabajo
de prevención y también un llamado a las autoridades de
todos los niveles para que presten atención a un problema
recurrente y que no ha sido resuelto en lo absoluto.
La astronomía ha podido constatar que los agujeros
negros del universo explotan y se extinguen en algún
momento crítico. En las laderas y barrios paceños también
desaparecen cuando ya no es posible contener la bronca
y el hartazgo de las víctimas, cuando estallan como
frascos chicos que ya no pueden soportar más presión y
frustración. Están todos advertidos.