Entra el jaguar
Autor: | Entwistle López, Gabriel Enrique |
Si en la espesura del lenguaje desplegada por la poesía aparece una presencia felina, tornándonos de golpe cazador y presa –o, también, presa y cazador–, nos hallamos ante ese particular momento en el cual lo extraordinario ocurre e impacta, casi físicamente, sobre nuestra piel más sensible.
Algo ha retenido nuestra mirada y, por eso mismo, volvemos a leer aquellas palabras que, en su sencilla pero irrepetible combinatoria, verso a verso, con sigiloso caminar de jaguar, nos han revelado un mensaje que, de modo sorprendentemente personal, nos conmueve y deslumbra.
En la escritura de Gabriel Entwistle –elaborada a partir de lenguaje cotidiano, impregnada de humor (elemento atípico en poesía) y experimentando con el impacto de ciertos recursos gráficos– se reiteran las imágenes vinculadas con lo luminoso: aquello que deja ver, pero de modo fulgurante, breve.
Las numerosas metáforas de luz (padre astro, serpientes de neón, saliva iluminada, estrella abierta, cascadas luminosas) aparecen a lo largo del poemario vinculadas con momentos cruciales (tomar una decisión sobre el extrañamiento de un hijo lejano o sobre la permanencia con una pareja).
Esa capacidad para identificar lo significativo en medio de lo cotidiano, símil de la facultad del jaguar para distinguir en la oscuridad, es la que hermana las miradas del felino y del poeta, que precisamente se encuentran en uno de los más logrados poemas. Cabe precisar, sin embargo, que no es un encuentro atemorizante, sino casi familiar.
Y es ese otro de los elementos constitutivos del poemario: el ámbito íntimo, familiar. Es allí donde se halla –lo marcan el primer y los últimos poemas– la verdadera riqueza. Y es por eso, también, que es posible al fin llorar ante la aparición del jaguar, porque, acaso, en esa mirada nos encontramos doblemente: con nosotros mismos y, también, con la “pupila de un sol” de nuestro padre-astro.