Extrañas anécdotas de un Niño
Autor: | Charcas Cuentas, Cuentas Campos Shantal Bianca |
Colaborador: | Cuentas Pizarroso, Lucio (Narrador) |
TIERRA Y LUZ
—Todo lo que ves aquí— susurró Illa, a una joven que le acompañaba, era estudiante de historia por hobby, que grababa en silencio con una cámara discreta—
Todo esto fue escrito desde adentro, no hay fuentes externas, ni suposiciones. Solo las voces que resistieron.
Aquella libreta contenía nombres, fechas, recuerdos; no era una historia inventada. Era un testimonio:
—el suyo y el de tantos otros— escrito desde las entrañas del éxodo y la pérdida.
Las guerras, contadas tantas veces como relatos lejanos, eran para ellos una herida abierta. Primero las grandes, las que hicieron temblar al mundo. Luego las pequeñas, las internas, las que desgarraron a los vecinos y desfiguraron familias. Y entre todo ese caos: los seres humanos.
—despojados, desplazados— convertidos en cifras, en estadísticas, en objetos prescindibles.
—Lo único que nos quedaba—; continuó Illa, mientras se acercaban a un árbol que resistía en medio del polvo— era nuestra voluntad. Nuestra sed de vivir.
Pero incluso esa voluntad, tan firme como las raíces del viejo ceibo que aún daba sombra a los caminantes, a veces flaqueaba; entonces, en los momentos más oscuros, acudían —a los seres de luz, con amor y miradas que no juzgaban—.
Ellos sostenían las almas heridas, les daban valor para volver a empezar.
—Y aquí están sus nombres—. Los que cruzaron fronteras, aprendieron nuevos idiomas, transpiraron en los cultivos y minas, limpiaron escritorios y pisos, mientras soñaban con aulas, y años después, se sentaron a dar cátedra en bancos extranjeros y en universidades que jamás imaginaron.
—No fue solo sobrevivir— dijo, con una voz que ya no temblaba—.
Fue recuperar el lugar que le correspondía; fue sembrar en tierra yerma y ver florecer lo impensado.
Y así, con cada palabra, volvía a construir su ser, levantado no con ladrillos, sino con una fortaleza inalterable.