El aporte económico de las actividades productivas de mujeres guaranies
| Autor: | Majluf Rossel, Graciela Violeta |
El sistema económico guaraní aún conserva una esencia profundamente enraizada en la subsistencia de la familia nuclear y en la lógica de la reciprocidad (Diez Astete 2018) que atraviesa toda la cadena: desde la producción hasta la distribución y la redistribución, mediada por el don, que significa una redistribución de bienes y servicios que no responde a un principio de equivalencia ni a plazos definidos, sino a un flujo continuo de intercambios donde el valor no se mide por lo recibido, sino por lo entregado.
El prestigio, en esta lógica, recae en quien da (Melia 1988). De ahí la fuerza simbólica de la hospitalidad y del acto de compartir en círculo, frente al fuego: cebar un mate para la familia y los invitados, compartir un almuerzo,
el pan o el queso, gestos cotidianos que configuran un ritual del dar —y, eventualmente, del recibir. En este entramado, la mujer ocupa un lugar protagónico como productora de estos espacios de intercambio, que se entrelaza con el cuidado colectivo, y con la reproducción y sostenimiento de la vida misma. Una responsabilidad que la mujer encarna en la comunidad.
Por tanto, es un entramado de prácticas culturales fuertemente arraigadas a la división sexual del trabajo, protagonizado por la población femenina, quien sostiene la dinámica social a nivel comunal y privado o del hogar
donde se interrelaciona el trabajo remunerado (mercantil) y no remunerado y se producen, adquieren, circulan y redistribuyen bienes y servicios que hacen posible la vida misma (Torns 2008). En ese sentido, la economía feminista o del cuidado reconoce estos espacios, y comprende el entramado de relaciones y transacciones económicas y sociales que nacen a partir de las actividades del cuidado que se realizan (Carrasco et al. 2014; Elías, Mansilla, y Nuñez 2021; Galindo 2017).