Reseña

El desastre de la “justicia” que había sido anunciada entusiastamente en enero de 2011 como la “revolución jurídica”, puso en la agenda del país la necesidad de una reforma constitucional, como lo ha insinuado el gobierno, que, sin embargo, hizo votar el texto constitucional, y ahora no sabe qué hacer con la “nueva justicia” fracasada. Pero no se trata de un “error” producido por el mecanismo “inédito” de elección por voto “popular” de los magistrados, sino que lo que está en cuestión es el “modelo” mismo de justicia, y con él la filosofía misma del texto constitucional. En efecto, el “experimento” constitucional –como fue bautizado por sus progenitores dentro y fuera del país- ya ha evidenciado en sus más de seis años de vida otras disfuncionalidades menos estridentes, varias de ellas con alta potencialidad disruptiva para el país, sus instituciones y la efectividad de los derechos fundamentales.