Reseña

El investigador privado, honesto, discreto y alcohólico regenerado, toma el caso de la gacela solitaria perdida para rescatar una millonaria herencia; hurga para practicar y estrenar en las vidas privadas de los vecinos en sus bolsas infladas de basura; festeja avergonzado con sus amigos el pasar muy a pesar los cincuenta y cinco años; y llegando a los diez mil metros de altura, se propone existencialmente enmendar agravios hogareños ajenos y curar heridas domésticas cercanas.
La adivina encantadora y divina, con acento cantado de allende, les enseña a los ancianitos del hogar sobre lanzadas en cartas y lecturas de mano; predice y orienta certera para otros con sus habilidades adivinatorias, pero se encuentra vacía en asuntos del corazón; con dragones lanza-llamas, alacranes chisposos y petardos multicolores reciben las alturas de su refugio celeste-cielo a la noche más fría del año; y cuenta inspirada la historia triste de un circo y de amor.

Esta es una novela entretenida y prolijamente narrada, que combina humor, suspenso y sutileza psicológica en la presentación de sus memorables personajes y en las muy bien hilvanadas e inesperadas acciones de una trama que atrapa e invita desde “después de la segunda infusión de la bolsita arrugada en la descolorida taza con el té amargo…” hasta el sorpresivo epílogo “desde una lujosa terraza con la vista a la bahía”.