Reseña

Los huaoranis terminan con las vidas de dos religiosos en el Oriente ecuatoriano y de desata una serie de muertes y violencia. Ivan Barreiro, un periodista vicioso del cine, del ajedrez y de las capicúas, se aventura por el laberinto del narco Galeas Cueva y sus chicos malos. Una monja lo socorre, pero no siempre es fácil. También aparecen los socios del Solar Eros –un departamento de solteros, ya se imaginan, la novia oficial de Iván, las chicas de alterne y el poema De Amarilis, el más cachondo de la literatura ecuatoriana. Por allí alguien plantea que los elefantes no existen y es para volverse loco o creer lo increíble.
Los elefantes no existen recrea el underground de los carteles latinoamericanos de la droga: capos obicuos, lluvia de métodos coercitivos, y la logística inverosímil del tráfico de toneladas de cocaína. Todo ello en un mar de billetes verdes y al filo de la navaja. Salvo que el lector esté inmunizado contra los infortunios, a la vuelta de pocas páginas podría correr la misma suerte que Iván Barreiro: amanecer en una cuneta, tieso, enfriado, y con las moscas sobre sus labios.