SURAMAR
Autor: | Carmen Rosario, Quiroga Angulo de Urquieta |
Allí, al otro lado del camino, como media cabeza de quien espía, había una simple colina rocosa.El sol, por las mañanas, parecía derramarse sobre su suelo triste y solitario. Al atardecer el silencio correteaba alrededor de las pocas plantas y objetos que ahí sufrían su soledad, abandono y vejez.Miralba tenía siempre la palabra apropiada para consolar, para dar opiniones. Tenía una especie de magia. Siempre
estaba de buen humor. También sabía escuchar.