Reseña

En perspectiva, los tres procesos electorales (2002-2004-2005) exhibieron síntomas inequívocos de la sustancia de la crisis. Por un lado, el hundimiento de los partidos, como mecanismos de representación y de mediación, sin que en su lugar apareciera nada que pueda reemplazarlos durablemente para cumplir las funciones primordiales de este tipo de estructuras. Este hundimiento hizo reflotar una corriente de fondo en la cultura política nacional que es pensar la política sin mediaciones. La crisis de los partidos, más allá de las condiciones internas y externas que la favorecieron, tiene que ver con la carga de un pasado premoderno más identificado con la idea de mandato que con la de representación moderna.